viernes, 2 de febrero de 2018

El gigante enterrado

Quizá no sea su libro más redondo, tampoco el más pulido —puede entenderse que haya cierta decepción—, pero lo que nadie puede negar es que Ishiguro vuelve a dejarnos, con El gigante enterrado (2015), un relato sobre el que volver y volver en la memoria, una ensoñación en que la niebla quita y da, espanta los recuerdos y luego se disipa,y lo que después llega es luz que nos descubre, desnudos y minímos, junto a Sileno, que ríe.

La aún reciente novela de Ishiguro narra el viaje de una pareja de ancianos en sus últimos años, apartados en la aldea en la que viven, sin derecho siquiera a una vela que los alumbre en las noches pobladas de trasgos, duendes y ogros. Pero Axl y Beatrice (así los llamamos, para abreviar) se rebelan, no quieren diluirse en la niebla que lame su tierra postartúrica, borrando al paso los recuerdos de sajones y britanos; así que un día deciden salir al encuentro de su hijo perdido, haciendo bueno eso de que, al fin y al cabo, la literatura es narración o consigna del trayecto.

Adornada de referencias fantásticas, en un mundo donde un dragón hembra respira, es en la sencillez de esta pareja donde reside el mayor interés de la historia. Otra figura, la del barquero, un espejo de Caronte disfrazado de buenas intenciones, también se alarga sobre un relato en que la aventura nunca acaba de hacerse completa, en que el conflicto deja un rastro de muerte y pena, nunca la sensación de victoria tantas veces cantada en las epopeyas, esa alegría artificial e infundada de quien sobrevive una hora más. Todo, discurriendo bajo el diálogo (y su negación) de Axl y Beatrice, dos personas que han permanecido juntas pese a los problemas enterrados, que se aman con sus aciertos y, sobre todo, con sus errores. Con la compasión de quienes saben que van a desaparecer.

Quizá juntos. Ojalá.


'El gigante enterrado', Kazuo Ishiguro.
Editorial Anagrama (tercera edición: octubre de 2017).


Título de la edición original:
'The Buried Giant' (Faber & Faber, 2015).

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