jueves, 26 de julio de 2018

Días perdidos

YouTube abierto en canal. Una sonrisa permanente en una máscara blanca, tres globos de colores, un traje de oro y plata. Play. El payaso camina de noche por el centro de Gijón, y lo que al inicio parece una broma ya no puede serlo cuando los cadáveres empiezan a brotar de varios puntos de la ciudad. A todos les falta una mano: es la marca del asesino. El primer cuerpo, hallado en la playa de San Lorenzo, rompe contra El Muro la calma de la ciudad: un lugar no-muerto, una suerte de limbo donde todo lo que debía pasar hace tiempo que ha acabado, donde los días se parecen como gotas de una lluvia constante y el equipo local asciende y desciende casi por costumbre —lejos del brillo de una época que solo vuelve a los ojos de los parroquianos cuando han bebido de más y se lanzan a recordar.

De estos y otros temas se compone Días perdidos, la última novela de David Barreiro (Gijón, 1977), que vuelve a exhibir su habilidad para manejar el humor negro y para crear personajes como el inspector Javier Castro: un hombre sin esquinas ni dobleces que, a diferencia de su antagonista, no tiene miedo de mostrarse como es en realidad. Acostumbrado a un trabajo policial que no va más allá de rellenar informes y formularios, el inspector Castro tendrá ahora que lidiar con un caso para el que no se ve preparado. Todo, sin borrarse de las actividades culturales que programa su mujer, de las visitas espaciadas de sus hijos y de las charlas de bar en torno a un Sporting venido a menos.

'Días perdidos', de David Barreiro.
Primera edición: junio de 2018.
Editorial Pez de Plata.

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